jueves, 7 de agosto de 2008

Quebrar la cadena perpetua de la pobreza

La inflación no es una piraña que se despertó de una larga siesta, sino un proceso creado por agentes económicos nacionales e internacionales. El aumento sostenido de los precios alimenticios que se aceleró en los últimos meses, bien llamado “tsunami silencioso” imposibilita a muchos argentinos satisfacer las necesidades básicas. La inflación podría ser representada por una pared que avanza, expulsa a los más vulnerables y hace que sucumban en la pobreza.

La Consultora Equis, del sociólogo Artemio López, en una investigación afirmó que los pobres deberían ganar un 133% más para dejar de ser pobres: si sumamos lo que ganan dos familias integradas por dos adultos y dos menores cada una, no llegarían a satisfacer las necesidades básicas de una. No es un dato menor que el 30% de la población, 11.500.000 de argentinos, sean considerados pobres. Implica daños irreversibles en los niños si no comen adecuadamente en los cinco primeros años de vida, exclusión social, deserción escolar, violencia familiar, prostitución infantil, trabajos inhumanos. La pobreza no debe ser tratada como un mero indicador que varía de acuerdo a los datos de la canasta básica. Los números y las estadísticas se acomodan fácilmente, pero la situación de millones de personas no.

“Allí donde no hay administración de justicia para asegurar los derechos del hombre, y donde tampoco queda un poder dentro de la comunidad para dirigir la fuerza de ésta y abastecer las necesidades del público, tampoco hay, ciertamente, gobierno alguno”, sostenía el filósofo John Locke. ¿Cómo puede un Gobierno “triunfar” con más de 10 millones de pobres? El éxito de un Gobierno puede ser evaluado como la superación de los problemas que tenía el anterior. En comparación con el de Néstor Kirchner se atraviesa: desaceleración de la economía, aceleración de la inflación, aumentó de la pobreza y mayor conflictividad social.

La ilusión de los ciudadanos en el Estado es cada vez más débil como consecuencia de los gobiernosnogobiernos elegidos, y dejó de ser una garantía de progreso y bienestar para la mayoría. Es responsabilidad de los gobernantes jerarquizar al Estado mediante su trabajo. El estandarte de la renta universal por hijo que agita la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) busca que el Estado exista en tanto atienda las necesidades de las más desfavorecidos.

¿Las políticas de redistribución de Cristina Fernández de Kirchner fracasan o es una redistribución entre las familias pudientes? ¿Será entre Alfredo Coto, Enrique Eskenazi y Julio de Vido? ¿Los pobres además de ser excluidos social, económica y territorialmente son también lingüísticamente aislados? Cuando en los medios de comunicación se habla sobre la distribución de la riqueza no se especifica entre qué sectores. Se da por sentado que es de los más ricos a los menos, pero está latente la posibilidad que sea una distribución entre los mismos sectores privilegiados. Que las rentas financieras estén exentas del impuesto a las ganancias, que la energía para los sectores medios haya aumentado sólo un 15% desde el 2001 y la garrafa, utilizada por los sectores más vulnerables, haya aumentado 400%(valía 9 en el 2001 y hoy cuesta 37 pesos), que el Estado financie un tren bala para unir Rosario-Córdoba-Buenos Aires en lugar de arreglar las vías férreas del país, que por los bienes de la canasta básica se pague el regresivo impuesto al valor agregado (IVA) del 21%, no dan muestras de ser políticas redistributivas.

Los pobres, los reconocidos por las cifras oficiales y los que no, los que trabajan y los que no, los que comen al menos una vez al día y los que no, los que viven en las ciudades y los que no, todos intentan romper la cadena perpetua de la pobreza que se les ha impuesto. Si la pobreza no es tratada como problema, sino como una consecuencia con la que indefectiblemente se convivirá, siempre seremos pobres, o con el riesgo de serlo. Todo problema tiene solución, y la erradicación de la pobreza podrá llevar diez años, veinticinco años, cinco décadas o cuatro generaciones. A pesar de que creamos cada vez estar más lejos, cuanto más nos esforzamos, más nos acercamos a la solución. Bienvenidos aquellos que agiten el estandarte de la erradicación de la pobreza.

Tomás Canosa Argerich
edad 20 años, estudiante de Lic. en Economía en la UBA
y vivo en el barrio de Villa Urquiza. Cap. Fed. (Argentina)


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