
La cuna ahora es mortaja. La muerte ha cubierto cada rescoldo de esperanza, alargando su mano por todo un continente. En aquella tierra árida, el sol tiñe de rojo sangre las almas.
La madre sigue meciendo al inerte angelito. Mientras las sombras de la noche le avisan que es hora de dejarlo ir. Pide susurrando, que su hombre la perdone, él esta lejos intentando sobrevivir, no merece que su único hijo le abandone.
El dolor hiere, agrieta la carne; pero ya no tiene lágrimas. No piensa en ningún Dios, está segura de que no existen. Les han abandonado hace tiempo. Mañana se enfrentara nuevamente, al seco devenir del tiempo, caminara kilómetros, en busca de agua. Esquivando conscientemente en cada paso la muerte. Una llama tímida repiquetea cerca, queriendo ahuyentar la noche.
Lejos en el otro lado del mundo, ahí donde un Dios tiene grandes casas, fincas y escuelas. Trece hombres, de los sesenta que embarcaron, fondean en alguna playa algo parecido a una barca. No saben donde están. Han perdido la noción del tiempo. Solo saben que han llegado, y rezan para que les abandone la muerte.
Con solo abrir un poco nuestra alma y hurgar en nuestro corazón veríamos con claridad, que fácil es tender la mano. Ganaríamos todos, por eso grito fuerte NO AL RACISMO.
Pablo Borghini
Terapeuta reiki , es uruguayo,
tiene 32 años y vive en España.
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