miércoles, 2 de julio de 2008

Poesia

Despierto y creo que el mundo a mi alrededor vuelve a girar,
un leve estremecer, un pájaro en movimiento,
pero soy yo la que retomo el andar,
o más simple aún, la que despierto:
¿me habré quedado atrás?

Lavo mi cara con apresuramiento,
¿por qué este espíritu de maratón?
dale! dale! No pierdas tiempo...
Y veo en la escena que me rodea,
a los que van conmigo, cronometrando
Mas nada parece andar apurado,
si hasta las agujas del reloj parsimonean.

Y el torrentoso pensar que va y viene,
arremolinando todo a veces clara,
otras traicioneramente.
Me pongo a buscar más rezagados;
mariposas encerradas en sus sueños,
en maniobra interna de transformación.
¿Y si su aleteo, y mi respiración fueran lo que queda del cataclismo?

Debemos de ser más, parsimoniando
la servilleta, el árbol, provinciano...
los entiendo adormecidos,
paralizados en sus sendas.
¡qué osadía seguir buscando compañía
con quien comparar gestos de extravío,
y quizás recordar las simetrías!

La marea de gentes me lleva por delante.
No acierto a distinguir la dirección.
Son los que dejaron a un lado los intentos...
Los que viven de traspiés, del empujón,
la zancadilla, el pisotón,
y van creyendo que adelantan.
Mas nada parece andar apurado,
si hasta las agujas del reloj, parsimonean...

Adriana Carla Espel
Escritora
Vive en Francisco Alvarez
Pcia. de Buenos Aires, Argentina

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